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Derechos humanos... de momento.

• Derecho al reconocimiento de las dignidades diversas en los seres humanos. Las dignidades deben estar en el fondo de los derechos humanos interculturales y cosmopolitas.

• Derecho a conocimientos alternativos. El epistemicidio masivo perpetrado por la modernidad occidental implica este derecho.

• El derecho a la restitución, a la reparación y a la justicia ante la violación individual y, sobre todo, masiva de los derechos humanos.

• El derecho a una transformación del derecho a la propiedad orientada a la solidaridad. Más allá del Estado y del mercado, hay que reinventar un tercer ámbito de dominio: un dominio social colectivo, no centrado en el Estado; privado, pero no orientado al lucro

• El derecho al reconocimiento de derechos humanos a entidades incapaces de ser titulares de deberes. Concretamente, la naturaleza, nuestra casa común, y las generaciones futuras.

• El derecho a llevar el capitalismo histórico a juicio en un tribunal 29 mundial. El capitalismo debe rendir cuentas por su alto grado de responsabilidad en la muerte de los derechos humanos en forma de «creación masiva de miseria, empobrecimiento cultural y destrucción ecológica».

• El derecho al desarrollo a escala humana y a la paz. Desarrollo no es lo mismo que crecimiento y el desarrollo no se refiere a objetos (como el PIB o la balanza de pagos), sino a personas, en cuanto capaces de mejorar su calidad de vida y de cubrir sus necesidades humanas fundamentales.

• El derecho a la autodeterminación democrática.

• El derecho a la sentimentalidad, al cuidado, a la ternura y a la misericordia.

• El derecho a organizar y a participar en la creación de los derechos. Este derecho humano debe ser un principio político básico. El desafío para estos derechos humanos interculturales y cosmopolitas está en escuchar y tomar en serio los saberes de las comunidades locales de las diversas partes del mundo. La práctica de estos derechos humanos es una forma de enderezar lo torcidas que pueden ser las acciones humanas, y reconocer la dignidad para incrementar la convivencia y hacer las paces. No sabemos si tras la pasión y la muerte de los derechos humanos alcanzaremos a vivir su resurrección. Solamente creemos en esa resurrección, que, como tal, no es a una vida anterior, ya vivida, sino a una existencia nueva y renovada. Parafraseando a Vicent Martínez Guzmán, los derechos humanos hay que inventarlos, imaginarlos, iluminarlos. El proyecto puede sonar más bien iluso o inconcreto. Está formulado así a sabiendas, pero, como en una ocasión apuntó Jean-Paul Sartre, «las ideas, antes de materializarse, poseen una extraña semejanza con la utopía». Sea como fuere, lo importante es no reducir el realismo a lo que existe.


Vicent Martínez Guzmán.



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