Despedida de Hans Küng

ORACIÓN AL FINAL DE SUS MEMORIAS

Nuestra vida es breve, nuestra vida es larga. Y lleno de asombro me encuentro ante una vida que ha tenido sus giros inopinados, pero también ha seguido una cierta línea recta; una vida de más de treinta y un mil días, unos hermosos y otros sombríos, cambiantes, que tantas experiencias han traído consigo en lo bueno y en lo malo, una vida de lo que hoy puedo afirmar: así ha estado bien.

He recibido inmensamente más de lo que he sido capaz de dar, todas mis buenas ocurrencias y por mis buenas ideas, mis buenas decisiones y hechos me han sido regalados y posibilitados por la gracia. E incluso cuando he tomado decisiones equivocadas y he actuado mal, tú me has guiado invisiblemente. Pido perdón en todo aquello que he fallado.

Te doy gracias a ti, el inaprehensible, el que todo lo abarca y todo lo rige, el fundamento, sostén y sentido primigenio de nuestro ser al que llamamos Dios, a ti el gran misterio inexpresable de nuestra vida, a ti el infinito en todo lo finito, a ti el inefable en todo lo que hablamos.

Te doy las gracias por esta vida en todo lo inexplicable y raro. Te doy gracias por todas les experiencias, las luminosas y las oscuras. Te doy gracias por todo lo que salido bien. Y por todo a lo que tú finalmente has dado un giro hacia el bien. Te doy gracias por lo que mi vida ha sido una vida lograda, no sólo para mí mismo, sino para aquellos que han tenido ocasión de participar en ella. Sólo tú conoces el plan conforme al cual transcurre nuestra vida, con todos sus errores y confusiones. No conocemos de antemano el propósito que tienes para nosotros. Tu rostro no podemos verlo en este mundo, como tampoco pudieron verlo Moisés y los profetas. Pero así como a Moisés le fue permitido ver por la espalda desde una grieta en la roca a Dios cuando pasaba, así también nosotros podemos reconocer retrospectivamente tu mano en nuestra vida, oh Señor, y experimentar que tú nos sostienes y nos guías y lo que hemos decidido y hecho nosotros mismos ha sido conducido por ti siempre hacia el bien. Así, también el futuro lo pongo con serenidad y confianza en tus manos. Ya sean muchos años o tan sólo unas cuantas semanas más, me complazco en cada nuevo día que me es regalado y a ti dejo lleno de confianza, sin preocupación ni miedo, todo lo que todavía me aguarda. Pues al igual que eres el comienzo del comienzo y el centro del centro, así también eres el final del final y la meta de las metas. Te doy gracias, mi Dios, pues tú eres amable, y tu bondad dura eternamente. Amén. Así sea.